A raiz de la sombra (2012)
“Tú no ves lo que eres, sino su sombra”.
Rabindranath Tagore.
Alban Martinez Gueyraud
Arquitecto, crítico de arte, miembro de AICA
El artista argentino Alexis Yebra presenta su nueva serie de pinturas bajo el título La sombra y su huella. Muchas de ellas en gran formato y todas realizadas en Asunción, Paraguay, a principios de este año. Estos trabajos son una suerte de prolongación de su investigación anterior, la serie Subte Asunción; pero en los de ahora desarrolla un lenguaje renovado, mucho más privativo y sugestivo y logra con ellos una poética que persigue la unidad y el sentido, a pesar de la aparente disgregación de algunos de los elementos visuales que los componen.
Últimamente, Yebra viene apostando por un camino que sintetiza las posiciones antagónicas creando lazos de unión directa incluso entre dualidades tales como forma y contenido, o apariencia y espiritualidad. En este sentido, en sus obras no hay diferencia de
fondo entre imagen y estructura pictórica, puesto que ésta es asimismo imagen aunque no ofrezca claramente perfiles figurativos.
Asimismo, el artista se introduce en el territorio de las sensaciones, pero lo hace de manera asombrosamente sutil, a pesar de la fuerza con que sus imágenes se patentizan. Un código pleno de símbolos y de sintaxis transgredida, construido a partir de unos principios de
notable economía y gestos francos. Este ideario que Yebra lleva a la práctica comprende un entronque con el pensamiento oriental, que ha constituido últimamente una fuente continua para su enriquecimiento especulativo.
Con estas pinturas, el artista deja hablar a los materiales concediéndoles la libertad de transitar y sugerir; pero múltiples huellas de sombra y trazos propios los pueblan cual manifestaciones del deseo y de la memoria que antes se encontraban sumergidas. No trata Yebra de perseguir la representación, sino de subrayar el acto de presencia llevándolo prácticamente todo al primer plano, a la extensa superficie que se presenta al alcance de la mano e interpela al espectador a traspasarla, tanto de manera mental como visual.
Y es en ese traspaso, en ese ir más allá de la sombra fraguada donde advertimos lo que estos trabajos buscan –mediante la paradoja y la contradicción– ilustrarnos: que lo que llamamos realidad depende de nuestro grado de observación, y que para empezar a percibir las interpretaciones más profundas de las cosas necesitamos recurrir a medios y detalles simples y crecidamente cercanos. Por eso cobra sentido el interés de Yebra por todo lo
corriente e imperfecto que configura nuestro entorno inmediato. Y por eso, también, renueva vigencia lo primordial y lo simbólico, sin lo cual no existiría todo lo demás.
Asunción, mayo 2012